La rebelión de los Yaquis en 1740
Entrado el siglo XVIII, la comunidad yaqui que continuaba bajo el control de los misioneros jesuitas desde 1617, empezó a dar muestras de descontento, se quejaban de los excesivos trabajos a los que los tenían sujetos los religiosos en los pueblos de Huírivis, Ráhum y Belem. Estas inquietudes eran encabezadas por los gobernadores yaquis, Juan Ignacio Usacamea, Muni y Bernabé Basoritemea.
En 1736, un grupo de yaquis encabezados por dichos gobernadores presentaron sus quejas ante las máximas autoridades españolas.
La pérdida de las cosechas en el Yaqui y Mayo en 1740, trajo hambre y más quejas, dándose violentos levantamientos indígenas desde el Río Fuerte al Río Yaqui. Hubo batallas o escaramuzas en Etchojoa, El Fuerte, Tepahui, y dos en Tecoripa; donde al fin, fue derrotada la coalición de indios Yaquis y Mayos por Agustín de Vildósola, quien a raíz de este evento, fue nombrado gobernador de la Provincia de Sonora y Sinaloa, en sustitución de Manuel Bernal de Huidrobo.
Posteriormente, Vildósola, ante el temor de una nueva insurrección, en la Semana Santa de 1741, tomó presos a Muni y a Bernabé Basoritemea en la Misión de Bácum y ahí mismo los ejecutó: decapitándolos.
Lo anterior evidenciaba que el sistema de misiones que venía desde 1591 en el noroeste de la entonces Nueva España, estaba en crisis. Para mediados del siglo XVIII (170I-1800), los misioneros ya no eran necesarios para el establecimiento de los españoles civiles, antes bien, les estorbaban, al decir de ellos. La consecuencia de todo esto, fue el control de la mano de obra de los naturales por los europeos; así como la pérdida de sus tierras de propiedad en común.
Entrado el siglo XVIII, la comunidad yaqui que continuaba bajo el control de los misioneros jesuitas desde 1617, empezó a dar muestras de descontento, se quejaban de los excesivos trabajos a los que los tenían sujetos los religiosos en los pueblos de Huírivis, Ráhum y Belem. Estas inquietudes eran encabezadas por los gobernadores yaquis, Juan Ignacio Usacamea, Muni y Bernabé Basoritemea.
En 1736, un grupo de yaquis encabezados por dichos gobernadores presentaron sus quejas ante las máximas autoridades españolas.
La pérdida de las cosechas en el Yaqui y Mayo en 1740, trajo hambre y más quejas, dándose violentos levantamientos indígenas desde el Río Fuerte al Río Yaqui. Hubo batallas o escaramuzas en Etchojoa, El Fuerte, Tepahui, y dos en Tecoripa; donde al fin, fue derrotada la coalición de indios Yaquis y Mayos por Agustín de Vildósola, quien a raíz de este evento, fue nombrado gobernador de la Provincia de Sonora y Sinaloa, en sustitución de Manuel Bernal de Huidrobo.
Posteriormente, Vildósola, ante el temor de una nueva insurrección, en la Semana Santa de 1741, tomó presos a Muni y a Bernabé Basoritemea en la Misión de Bácum y ahí mismo los ejecutó: decapitándolos.
Lo anterior evidenciaba que el sistema de misiones que venía desde 1591 en el noroeste de la entonces Nueva España, estaba en crisis. Para mediados del siglo XVIII (170I-1800), los misioneros ya no eran necesarios para el establecimiento de los españoles civiles, antes bien, les estorbaban, al decir de ellos. La consecuencia de todo esto, fue el control de la mano de obra de los naturales por los europeos; así como la pérdida de sus tierras de propiedad en común.